Empate eléctrico
Tablas entre C.D Leganés y Real Madrid, 1-1, en un partido intenso y carente de los amperios suficientes como para romper la igualdad
Al comenzar el choque, los gritos de aliento y la entrega al servicio de los primeros balones divididos mostraron la sinopsis del partido. Mucho oficio y poca técnica. El gol tempranero de Raúl De Tomás, para los blancos, parecía que podía amansar al ímpetu pepinero. Todo lo contrario, lo avivo. Antes del descanso, con su fútbol sin tregua, equilibró la balanza el cuadro local. El carácter bregador de los blanquiazules embriagó el segundo acto. Sólo a través del juego directo y de la fe por robar el balón, tanto Leganés como Real Madrid pudieron salir victoriosos.
En la primera ocasión de colgar un balón, que se presentó para una de las dos escuadras, el Real Madrid se adelantó en el marcador. Desde la banda derecha, Sergio asiste a Raúl De Tomás que libre de marca, desde el segundo palo, se tira de cabeza a por la pelota y así colocarla en el interior de las mallas, 0-1.
Lejos de amilanarse, los blanquiazules siguieron unidos como una piña e incisivos en ataque. El Real Madrid parecía otro. Dominaba el choque, midiendo sus avances teniendo en cuenta el resultado. Dejaban de lado su calidad para concentrar sus esfuerzos en el oficio.
Desaprender, al final les costó el resultado. Un fallo individual de Caballo, en la salida de balón, se convirtió en una asistencia para Diego. El pase destinado al central blanco fue camino de las botas del punta pepinero que corrió hasta situarse frente al arquero rival para colocar la pelota a un lado, lejos de su alcance, 1-1.
Con empate, el Real Madrid perdió su consistencia y no recobró la calidad, el toque ni el ritmo para dominar el destino del duelo. Corría el minuto treinta y ocho y las pesadillas volvían acechar al juvenil merengue.
Ya en el segundo acto, los chicos de Valdebebas salieron enrabietados. Igual que les había sucedido hasta entonces, la ambición unas veces significaba muestra de poderío y otras les hacía caer en la imprecisión. En el "Lega" las figuras del portero, Víctor, y de los centrales, Juancar y Nogueira, secaron su sed de victoria.
Dos momentos fueron cúlmenes. Primero, el comienzo del segundo acto. A balón parado el Real Madrid pudo rematar al "Lega". En el primer saque de esquina Sergio, de volea, vio como su chut era repelido y a renglón seguido Melero erra en la boca del gol. El Leganés respondía haciendo sonar el metal del palo por un testarazo de Charly.
Y después, el rush final del partido. Entremedias, la trama se convirtió en una ruleta rusa dónde el centro del campo era el gatillo que hacía lanzar las balas. Para el Real Madrid, Sergio era el futbolista con más energía y Mariano su pólvora. Pero en las tres ocasiones que se acercó a la gloria del gol fue parapetado por la sobriedad pepinera. Quizás la más clara se dio, en el minuto ochenta, al ganar la espalda a su par y aprovechar las dudas del meta local, en la salida. Pero su disparo se estrellaría en la espalda del guardián blanquiazul.
A cinco minutos para el final, el partido se detuvo con la expulsión de Rai, mediocentro merengue, cuya segunda amonestación fue por protestar. Como efecto contagio, Tristán Celador, su entrenador también vio la roja. El Leganés aprovechó la confusión para poner sus arrestos y en tiempo de descuento tuvo la oportunidad de vencer. En primera instancia, tras un robo de Palacios, genial pase interior del capitán pepinero entre central y lateral blanco que David no logra de embocar a gol, frente a Andrés, cuya figura se hizo grande. Y luego, Espinosa, revulsivo en el segundo tiempo, se topó con la espalda de Iván Sáez en un rechace desde el interior del área.
Empate técnico entre dos escuadras bien distintas, en cualidades y conceptos. De un choque cargado de watios, el Leganés sale cargado de confianza por la actitud y aptitud mostrada, en las dos últimos jornadas, ante dos de los gallitos de la categoría. Mientras que el Real Madrid ha vuelto a cortocircuitarse. Ya se encuentra a tres victorias de distancia de la cabeza. En esta ocasión optó por la consistencia pero olvidó el talento, entonces no marcó las diferencias.
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