En el día de ayer el Real Madrid hizo una primera media hora de las más primorosas del último lustro, en cuanto a juego colectivo se refiere. El fútbol está compuesto de cuatro elementos; Compañeros, rivales, balón y espacios.
El Real Madrid controló los cuatro elementos a través de la alternancia. Dentro - fuera, fuera - dentro, es decir, cuando un jugador controlaba la pelota por los pasillos laterales otro le trazaba una diagonal por dentro pero arrancaba hacía fuera para aprovechar el espacio que marcaba el camino.
En otras ocasiones, el que poseía el balón jugaba por dentro y quién lo quería recibir se alejaba de su par y del poseedor para ir hacía la espalda, libre de marca.
Los mejores ajedrecistas del tablero fueron Benzema y Di María. Para los niños y no tan niños que aún tengan la ilusión de ser futbolistas les reto que vean una y mil veces el partido. No por la calidad del ariete francés o la visión de juego del flaco argentino. No, sino por el coraje y la ambición de un jugador de elite.
Benzema se han convertido en un delantero de robos infinitos e intuición para los rechaces. Y Di María es un pulmón con neuronas, cambia el chip de maratoniano a velocista y de velocista a maestro de esgrima.
Aunque al final lo que quede es la alegría del gol y la sonrisa del pase.
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