lunes, 14 de noviembre de 2011

Los boys scout de la jornada 12/11/2011

Omar Mascarell, mirada de futbolista

Club: Real Madrid
Categoría: Segunda "B"
Demarcación: Mediocentro
Edad: Juvenil de último año, 2/2/1993

Nadie lo esperaba sobre el tapiz del Cerro del Espino en el derby de juveniles. Pero allí estaba él, con su cresta, su presencia y su fútbol. Cómo un gigante se apoderó del centro del campo. Por sus movimientos y decisiones se apreciaba que estábamos ante un jugador diferente, de otra categoría. Su talento le ha llevado en dos temporadas a hacerse un guía dentro de los canteranos de "La Fábrica".




El mediocentro canario llegó a Valdebebas la temporada pasada, se hizo un hueco junto a Kamal y Aguza. Siendo aún juvenil, Alberto Toril, destinó su talento a cotas mayores. El Alfredo Di Stéfano es ahora su hogar, compartiendo vivencias con el resto de sus compañeros del Real Madrid Castilla.

Con 808 minutos de ventaja, un gol y una asistencia en el fútbol profesional, Omar Mascarell abarcó, con sus andares omnipotentes, todo el medio el campo en el derby de juveniles. Aprovechó su experiencia para robar, ordenar, colocar a un equipo en torno a su figura. Con el balón en los pies parecía ser una fuerza gravitatoria. Nadie conseguía acercarse a él, bien porque se giraba y protegía el balón muy rápido o porque lo había conseguido llevar de un lado a otro antes de que se le acercasen. El balón es su juego y su mirada de futbolista.

*(Estadísticas proporcionadas por Furia Valkyria y RMCastillaLive)

Pablo Trigueros, paz en defensa

Club: Atlético de Madrid
Categoría: Juvenil División de Honor
Demarcación: Defensa central
Edad: Juvenil de último año, 4/4/1993


Un defensa que no gesticula y vive con eterna calma. Pero nunca pierde de vista al balón, ni a su compañero más cercano ni a su rival, todo lo importante que sucede sobre el rectángulo de juego. Para Pablo es su primera temporada en el la escuadra rojiblanca. Tras pasar por el C.D Leganés dónde hizo una gran temporada en el juvenil Nacional, firmó por el club del Manzanares en el momento más crucial de su formación, el año antes de empezar su carrera como futbolista de profesión. Su figura erguida le da para imponer respeto y talla sobre los delanteros. En cambio, no se trata de un zaguero aguerrido ni bizarro. Más bien intuitivo y cerebral. Un defensa de guante blanco.

Al comienzo de la temporada partía en desventaja. No sólo por ser uno de los novatos en el Cerro del Espino  sino porque tenía que competir con un puesto con Galass, la mamba negra. Un jugador veloz, de cualidades atléticas, que contagiaba al equipo con su coraje. Pero el futbolista tuvo que marchar a su país a arreglar los papeles. Y en Madrid quedo Pablo. Con la cara de quién no ha roto un plato nunca. Óscar Mena, el entrenador del juvenil, apostó por él como recambio. Saltó al campo, su gesto no cambió. Serio y pensativo siempre bien colocado. Con la sensación de que su cerebro trabaja todo el partido imaginando que puede ocurrir para no fallar. Así sucede que cuando tiene que actuar parece que sabe lo que va a pasar. Se anticipa a su rival y entrega la pelota para el jugador que más criterio tiene para inventar en la zona hacía dónde desplaza el balón. Imperturbable cuando juega, parece que esta oportunidad no la va a desaprovechar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario