Recuerdo como sí fuera ayer aquel 30 de Octubre de 1999 y ese derechazo cruzado de Jimmy Floyd Hasselbaink que se coló por la base del poste enmudeciendo al Santiago Bernabéu. Fue la última vez que mis amigos Julián y Víctor, con la rojiblanca puesta desde el lunes a primera hora, pudieron jactarse de sus colegas merengues entre la clase de matemáticas de "El chivo" y la de gimnasia del comandante Tejero.
Estamos en el 2011, han pasado doce años, y nuestros maestros "el chivo"y Tejero ya están jubilados, Julián busca trabajo y Víctor prepara las oposiciones de bombero. Pero el Atlético de Madrid no ha vuelto ha ganar un derby.
Paso por el patio de mi colegio, los Capuchinos, y veo a muchos niños correr en la hora del recreo, alguno vestido del Atleti. Pronto me doy cuenta que hay quién ha llegado a la ESO sin conocer lo que es una victoria rojiblanca. Quizás esta sea una de las razones por las que el Atlético de Madrid ha dejado de ser el glorioso.
En el blog de mi amigo Richi Esquilas se le ha ocurrido la genial idea de juntar a dos de las voces del derby. Carlos Rodriguez, narrador de Ondamadrid encargado de la información del Real Madrid y José María Bonilla, el escudo rojiblanco en las ondas de la radio autonómica madrileña. Bonilla define el duelo como uno más, síntoma de la desidia colchonera ante su más íntimo rival.
El periodista madrileño esgrime como una de las causas, la desaparición de la atmósfera mediática que antes trataba los derbys como una fecha especial, dedicándoles "horas de micrófono". Sin embargo, también se echa en falta el orgullo del futbolista atlético. Alguna bravuconería que excite la atmósfera y alimente el alma de un equipo abatido antes de empezar.
Durante la semana el discurso del vestuario colchonero no ha dado de comer al autoestima. Todo han sido mensajes manidos y de encefalograma plano. Falta algún jugador que se haga más grande que el rival, sobre el campo y los medios, imaginando la gloria de vencer.
El momento no podía ser mejor para hacerlo. "La Mourinho situation" no ha sido entendida por el equipo colchonero. Un entrenador que sigue el juego y le gusta el fuego. Todo lo contrario, se han mantenido apocados. La temporada pasada cuando el entrenador blanco supo del cruce en Copa del Rey entre rojiblancos y merengues, le infundía respeto. Quizás porque vive de los recuerdos en su tiempo como segundo entrenador del F.C Barcelona.
Gabi, centrocampista y uno de los capitanes del Atlético de Madrid, recordaba en Ondamadrid como en la calle merengues y colchoneros le preguntan cuántos les van a caer. Su naturalidad como respuesta llama la atención, nada hiere su orgullo.
El discurso prosigue. Hace unos instantes pasaba por rueda de prensa Diego Ribas y admitía que vencer en el Santiago Bernabéu se podría tildar como una sorpresa. En su reflexión acudía al pésimo momento rojiblanco como visitantes y al gran momento de los blancos, invictos en su hogar. "Les respetamos porque son favoritos, son muy fuertes" añadía el brasileño llamado a ser la ilusión rojiblanca.
El único que ha se ha saltado el guión ha sido el director, Gregorio Manzano. Quizás el que menos tenía que hacerlo. Se presupone que un entrenador debe ser cerebral y estratega. De puertas adentro pasional pero que sean los actores sobre el campo los que hagan su interpretación. En una entrevista para la agencia EFE manifestaba su plan. "Lo que tenemos que hacer es no jugar ni alegres ni abiertos ni divertidos, tenemos que hacer un partido cerrado, bronco, feo, no exento de calidad, pero que no seamos unas hermanitas de la caridad en el Santiago Bernabéu".
Mis amigos Julián y Víctor ya no creen en su Atleti. Del patio del colegio a las tertulias de bar han dejado de ser futboleros con fe en su equipo. Quizás una victoria ante su máximo rival sea el resurgir de jugadores con carisma y ambición. La aparición de algún canterano que sienta las rayas como sí fueran venas de su cuerpo. Será cuando los niños del Atleti volverán a sentir orgullo, estaremos más cerca de que "El Glorioso" vuelva. Bueno para el fútbol.
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