Menos fútbol que goles
Mucha pólvora en franjirrojos y merengues, al final la ruleta rusa dictaminó un empate a cuatro
En el duelo entre dos de los mejores equipos cadetes de Madrid, el resultado y el espectáculo cumplieron con creces. Como bien dice Mateo García, entrenador del equipo rayista, ocho goles y entrega total. Es el binomio que mejor expresa lo que aconteció sobre el terreno de juego. Los franjirrojos, ordenados ante todo, fueron veneno para los chicos de la Fábrica. Cada error era un gol a su favor. Mientras que los merengues, a pesar de irse al descanso con dos goles de desventaja (3-1), mantuvo su idilio con el balón hasta que surgió el amor por los goles. En los últimos dos minutos, el partido tuvo su cenit. El Rayo Vallecano parecía cantar victoria, trasformando Safa un penalti. Pero con el tiempo cumplido, un saque de esquina botado por el trigoleador Merchán se cuela hacía portería y la empuja en el área chica Dorian Babunski.
Después de unos primeros minutos de asentamiento, los franjirrojos tuvieron la posesión pero tenían que compartirla con los forasteros. Pero a los siete minutos de juego, de una falta frontal al área visitante daba lugar el primer penalti del partido. Fran Montávez, medio campista blanco, quiere despejar de chilena pero se le adelanta un atacante rayista. Entonces golpea su pierna dentro del área, pena máxima. Desde los once metros, Rojas adelanta a su equipo, 1-0. Sin embargo, cinco minutos más tarde el árbitro señala el punto fatídico en la otra base. Torralbo desborda a su par y ve como es derribado. Merchán toma la responsabilidad de llevar a la pelota hasta la jaula, 1-1.
Tras el toma y daca de los primeros compases el choque entró en otro episodio, la lucha por la iniciativa. Según pasaban los minutos, el Real Madrid encontraba su camino. En cambio, el Rayo Vallecano volvía sobre sus pasos pero con la intención de no especular al tiempo que tuviese el balón en su poder. A la media hora de partido, la unidad de los chicos franjirrojos tendría su recompensa. Bien colocados achican las opciones de pase del central madridista. Entonces Gabi, el hombre boya del conjunto local, se hace con el poder y por poderío físico termina batiéndose frente al portero y le supera cruzando el balón, 2-1.
Como respuesta, el Real Madrid quiso la pelota. Pero por momentos su zona creativa tenía lapsus, impreciso a la hora de decidir dónde destinar sus entregas, y sufría de amnesia en el último pase. El virus se empeoró con el tercer tanto local. Un minuto antes del descanso, el Rayo acrecentaba su renta gracias a la puntería de Gabi. De espaldas al marco revuelve y coloca la pelota en las mallas, 3-1.
Ya en el segundo acto, los jugadores de Valdebebas y su entrenador no renunciaron a su estilo. Con orgullo, pundonor y el balón en su poder embotellaron a su rival. Comenzaron a llover las ocasiones pero no el acierto. Aunque en el minuto cincuenta y cinco, Merchán vuelve a recortar distancias desde los once metros. Penalti claro de Nico a Christian que trasforma el capitán.
Con mucho tiempo por jugarse, la inercia del duelo estaba clara. Unos defendían lo suyo y otros no tenían miedo a perder. Y en el minuto sesenta y tres, la defensa franjirroja deja respirar a Merchán. Desde el balcón del área suelta un dardo con su pie izquierdo y hace diana en plena escuadra, 3-3.
Con el Rayo Vallecano despertado del sueño y el Real Madrid hambriento, el choque se convirtió en una ruleta rusa. La pelota iba y venía de una costa a otra. En el campo local, tantos delanteros negros como defensores con franja roja. Y en el campo visitante, ráfagas de atacantes locales ante tres estacas de color negro. Luis, para los merengues, acariciaron el gol con la ayuda del aire. Su centro chut aterrizó en pleno poste.
Poco después, en el minuto setenta y ocho, a dos para el final, ocurrió lo impensable. De un corner, la pelota rebotó en la mano de Moli, centrocampista del Real Madrid. Safa no desaprovechaba la oportunidad de dar la victoria a su equipo. Pero no, en el último minuto, otra vuelta de tuerca. De otro saque de esquina, Merchán cuelga la redonda y el viento la lleva hacía portería. En el área pequeña, sin esperárselo, Dorian Babunski introduce el esférico en el portal para dar el empate a su equipo.
Con este resultado y la victoria agónica del Atlético de Madrid (3-2) frente al Leganés la diferencia entre merengues y colchoneros vuelve a tres puntos de distancia a favor de los chicos del Cerro del Espino. El duelo entre ambos que se tiene que jugar en Valdebebas vuelve a presentarse como una final por el destino de la liga.
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